Excelente nota de @AleRPerez sobre el futuro de la Liga Nacional:
Aunque no haya sido la primera en aparecer, ya que otras la precedieron, la Liga Nacional de Argentina se colocó en poco tiempo a la vanguardia de sus similares de Latinoamérica, a nivel organizativo y competitivo, alcanzando un merecido reconocimiento internacional. Sin embargo, estas dos vertientes no se desarrollaron al mismo ritmo. Hoy el torneo goza de una calidad deportiva que le sacó un amplio margen al modelo con el que se lo gestiona.
Ese es el debate que convendría que se imponga en la LNB. ¿Cómo se gestiona, de manera moderna, dinámica y eficiente un torneo que mueve, entre sus 16 equipos, casi 80 millones de pesos (más de 18 millones de dólares)?
Actualmente la Liga Nacional es conducida por una mesa directiva integrada por 5 miembros rentados que forman parte de un Consejo Directivo que reúne a otras 13 personas. El funcionamiento del Consejo es meramente formal y poco efectivo, por lo que las ejecuciones recaen sobre aquellos cinco miembros, que ostentan plenos poderes.
Sí son determinantes las resoluciones del Comité de Categoría A, aunque este grupo, que se reúne de manera más espaciada de lo que sananamente necesita la competencia, toma decisiones deportivas, casi con exclusividad. Los acuerdos se limitan a cuestiones del reglamento del torneo, pero no se invierten tiempo ni conceptos en estudiar proyectos generales que apunten a lo que rodea al torneo.
No obstante esto, hasta aquí no habría nada de lo que preocuparse con seriedad. Es más, parece casi un esquema ideal. Parece. Pero si desde la organización central no se proponen planes integrales comunes a todos los participantes y si, para peor, de los 5 integrantes de la Mesa Directiva, cuatro, a excepción del presidente, son representantes de clubes, pasa que todas las decisiones que se toman quedan bajo sospecha de favorecer intereses sectoriales (de esos mismos clubes).
Lo concreto es que hoy el brazo ejecutivo de la LNB goza de un descrédito aterrador dentro de la misma competencia. Pero igual o más miedo (o desilusión) genera que casi todos los clubes que cuestionan las formas de administración, nada hacen para modificar esa realidad. Nadie propone un cambio de estructura ni de funcionamiento.
Es que este sistema por momentos perverso, aunque suene extraño, les resulta funcional a muchos clubes para justificar gran parte de sus errores. Las limitaciones o la inacción de la MD sirven como argumento cansadoramente recurrente de todos los males del torneo.
A pesar de las quejas, los clubes casi no se involucran en la conducción central, salvo a los que les interesa obtener alguna ventajita, ya que solo están enfrascados en su realidad, y sobre todo, en ganar el próximo partido como sea. La visión cortoplacista de la dirigencia, a veces, causa pavor.
Desde la AdC se hacen méritos para recibir críticas, por lo que resulta muy fácil apuntarlas hacia allí, aunque no todas sean justas... Aun así, ¿cualquiera puede levantar una voz opositora? Para hacerlo, hay que estar libre de culpa y cargo. Y si se revuelve enarbolar un cuestionamiento, siempre hay algún libre deuda demorado, alguna lista de buena fe que entró a destiempo, algún estadio que no reúne todas las condiciones exigidas, alguna irregularidad reglamentaria o cosas por el estilo, que suelen canjearse por silencios convenientes.
Un mal general de todo el deporte argentino son los dirigentes aferrados a un cargo. El básquetbol no es la excepción. Lo que no se puede permitir es que se amolden los estatutos de las entidades para que eso suceda.
Por eso, son tan culpables de uno y otro lado del mostrador.
En términos modernos, la LNB, como producto, debe intentar apuntalar su crecimiento deportivo, al tiempo que se procura aumentar la masa de seguidores, atraer firmas comerciales que lo sostengan y lo orienten, como mínimo, hacia un déficit financiero menor o, mucho mejor, en aumentar su volumen de negocios, mientras que también sería bueno despertar un mayor interés de los medios de comunicación para hacer trascender todo lo que allí suceda.
La LNB necesita de manera urgente vigorizar su modelo de gestión, acomodarlo a los tiempos que corren, con el deporte instalado en la vida social del siglo 21 como una alternativa para ocupar el tiempo libre del potencial espectador.
La Asociación de Clubes, a dos años y medio todavía del final del mandato de la actual conducción, está obligada a caminar hacia la profesionalización de sus áreas, a colocar técnicos idóneos, con estudios, en las secciones de gerente general, competencia, finanzas, comercialización, marketing y prensa, bajo la coordinación política del presidente. Los recursos económicos están, solo hay que redistribuirlos y ponerlos en manos más productivas.
A su vez, el Comité de Categoría A debe tener una mayor producción y ser desde donde partan los objetivos, con todos los clubes involucrados en discutir y consensuar el rumbo de la competencia. A su vez, los funcionarios deben ser los encargados de trabajar para alcanzarlos.
El propio titular de la AdC está convencido de que este es el camino, lo reconoce en la intimidad, aunque también sabe que el costo político de sacar a algunos clubes (y a los directivos rentados) de las resoluciones del día a día es demasiado elevado y riesgoso.
En la Liga Nacional falta discutir el bien común, faltan debatir ideas sobre el desarrollo a corto y largo plazo que apunten a intereses generales. La AdC debe bajar políticas que los clubes implementen y los debe auditar económicamente.
Pero claro, es imposible que eso suceda ahora porque no hay en la conducción destreza intelectual para originar esas políticas y en los clubes no hay confianza plena en lo que desde allí provenga. Por eso no se avanza en bloque, si no por intentos aislados y de manera despareja.
La Asociación de Clubes, y todos sus actores, deben centrarse en discutir y acordar un nuevo modelo de gestión de la Liga Nacional que rompa el confortable statu quo que solo a unos pocos les conviene
Alejandro Pérez es periodista deportivo desde 1987. Se inició profesionalmente en Radio Belgrano, pasando luego por la revista Solo Básquet, el diario Clarín, la agencia de noticias DyN, la cadena de televisión ESPN y el Canal 7 de Argentina. Además se desempeñó como jefe de prensa de la Liga Sudamericana, la Confederación Argentina de Básquetbol y de la Asociación de Clubes de Básquetbol de Argentina. Realizó tareas periodísticas para distintos medios en siete Campeonatos Mundiales de distintas categorías, en siete Torneos de las Américas y en siete Campeonatos Sudamericanos. También cubrió cuatro finales de la NBA. Desde 1993 es titular de la cátedra de básquetbol en la Escuela de Periodismo DeporTEA. Es coautor de 10 ediciones de la Guía Oficial de la Liga Nacional de Básquetbol de Argentina y autor del libro "Básquetbol de Cono Sur". Actualmente, es columnista de básquetbol de SportsCenter, de ESPN Radio en Rivadavia y de ESPNdeportes.com. Para seguirlo en Twitter: @AleRPerez Consulta su archivo de columnas.
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